Transmisión: Se han publicado varias vías de transmisión, pero la inoculación de saliva infecciosa a un animal susceptible mediante una herida por mordedura es el medio más frecuente de transmisión.
La incidencia de la rabia en perros y gatos se relaciona directamente con la incidencia en las especies silvestres.
Síntomas: La rabia clínica se ha clasificado de forma convencional en dos tipos principales la furiosa y la paralitica.
El periodo de incubación habitual en el perro es de 3-8 semanas.
Inicialmente presentan signos de nerviosismo, ansiedad y aislamiento. Si existe una herida por mordedura, la mayor parte de los animales muestran irritación y picor en la zona.
Después de la instauración de los síntomas los perros con rabia furiosa se agitan progresivamente y muestran hiperexcitabilidad ante los estímulos visuales y auditivos. Pueden morder objetos imaginarios. En la fase terminal, se desarrolla desorientación progresiva y convulsiones.
Los que presentan la forma paralitica se observa una parálisis progresiva y déficits de los nervios craneales, se puede apreciar un cambio en el tono del ladrido por parálisis laríngea. Salivación excesiva y disfagia (dificultad para tragar). Una vez que se desarrolla la parálisis, la muerte se produce por parada respiratoria en 2-4 días.
Diagnóstico: Por los síntomas. O examen postmortem del sistema nervioso.
Tratamiento: No se debe intentar proporcionar cuidados a un perro o gato sospechoso de padecer rabia. Ya que se trata de una enfermedad mortal.
Prevención: Vacunación. Cada país, comunidad tiene sus leyes al respecto de la vacunación. Aunque se aconseja seguir vacunando anualmente.
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